- La nieve seguirá - anunció la mujer.
En efecto, los 4 ingresaron al crematorio, antes de entrar totalmente se despidieron de mí con un gesto, sonreían. Al tener más de 100 años y no depender de sentimientos tales como el amor y la amistad, eran libres, libres de su vida y de su muerte.
Aún observo el cuadro, el cuadro que aún no puedo ver, el cuadro que mis ojos, actuales y antiguos a la vez son incapaces de comprender.
Comprender...
¿Qué es eso?
Quizás si se lo hubiése preguntado a la efigie de Hitler que estaba en la entrada de aquel crematorio futuro, me hubiése respondido. O quizás no.